La grapadora de la plaza de las Glorias

No toda la superficie, ni mucho menos, pertenece a la grapadora.

Dije que colgaría una entrada sobre el Museo del Diseño en la Plaza de las Glorias, con promesa de dar paso a la polémica, y así animar -sin cansarse demasiado- el cotarro de esto del Facebook. Seré exagerado precisamente con este objetivo, y la primera exageración es precisamente hablar del edificio y de su uso cuando sólo acabo de ver su interior ahora, en un par de días consecutivos, y sólo uno de ellos entrando en sus áreas de pago. Antes sólo había contemplado su silueta pasando por ahí en coche, primero por el anillo elevado que acabaron derribando, luego por el recorrido provisional, hasta que se haga el paso subterráneo que asesinará definitivamente a la Estación de Francia.
Desde luego tiene cosas que valoré positivamente, claro, como unas cuantas vistas (aunque de difícil acceso) o la tranquilidad y perspectivas de su cafetería, en la que estuve departiendo la mar de bien con unos amigos, pero me centraré en aspectos que lanzo en su contra. A ver:
1.- Concepto global del edificio.- Será debido a la edad, pero ya desde hace un tiempo prefiero mil veces el modesto museo provincial al enorme museo nacional. En este último siempre acabas viendo rápido y mal buena parte de su oferta, por eso de aprovechar que "ya que estamos aquí, demos una vuelta rápida por esa sección". Acabas saturado, mareado, como salido de una maratón. Éste no sería un defecto atribuible al arquitecto, que simplemente ha recibido el encargo y lo cumple como puede, pero es que creo que en este caso el concepto de museo global del diseño, concentrando a otros dispersos, viene de Bohigas, uno de los del despacho que firma la obra. Por un lado eso de concentrar en un único sitio todo lo correspondiente al diseño es imposible (¿y el diseño textil, o se deja para el de Terrassa? ¿El cómic para él siempre aplazado museo de Badalona? ¿Acaso no es verdad que todo debe ser diseñado?). Por otro lado, este pomposo Disseny Hub (¡aparta de mí este nombre!) corresponde básicamente a la unión de tres colecciones, que ya daban cada una de ellas para una buena visita, con ubicaciones tan buenas como la del palacio de la calle Montcada para el Museo téxtil y de indumentaria Rocamora. La aberración ya llega, en mi opinión, al límite cuando ves que se ha concentrado en un único espacio... en el que no cabe todo lo anterior. Así, en la sección propiamente dicha de diseño, y entiendo que sólo es así por cuestiones de falta de espacio, esos cuatro muebles modernistas que no parecen venir a cuento quedan más bien ridículos. Y así hay varios ejemplos. Lo que parecía querer ser el exhaustivo, apabullante, museo del diseño queda reducido, en realidad, a una cata del mismo.
2.- Integración en la plaza. La directora del museo habla orgullosamente de su integración en la nueva plaza que está surgiendo, de "rovell de l'ou" del nuevo barrio, que reúne nuevas formas sofisticadas de trabajo (el 22@) con un sustrato popular. Yo creía que la famosa "grapadora", que es lo visible desde todos lados, era el conjunto del edificio. He visto que, al contrario, existe mucha más superficie a los lados. Y, pese a ese intento de camuflaje poniendo plaza o hierba en los terrados de estas alas, veo el conjunto más como una auténtica barrera a la circulación de los transeúntes de uno a otro lado de la zona que otra cosa.
3.- Forma del museo. El famoso voladizo que le ha facilitado el nombre popular de "Grapadora" (me hicieron notar que viendo como frente el lado opuesto también había dado pie al de "Perrito"), que ya digo en el punto anterior que no es, ni mucho menos, el total de superficie de la plaza ocupada, por mucho que Oriol Bohigas ya tuviera presente posibles cambios de la plaza me da la impresión de que estaba hecho así para acoger bajo su arriesgada forma el anillo circulatorio preexistente. A Bohigas le gusta la ciudad y su follón (baste oírle hablar de la Meridiana, de su oposición a cubrir las rondas, etc), y esa forma avanzándose, cubriendo y abrazando al tráfico yo creo que le daba su máximo sentido. Por eso, por otra parte, digo yo, no hay terrazas en este lado del edificio. Derribado el anillo de las Glorias, yo diría que ha perdido buena parte de su sentido.
4.- Usos internos.- Lo anterior se agudiza cuando se ve que buena parte de ese arriesgada forma abultada del edificio se dedica a escaleras mecánicas, quedando en realidad bien poco del conjunto para sala de exposiciones. Solo la sala de exposiciones temporales (que no visité), de una forma mucho más clásica, la de paralepípedo rectangular, un ortoedro, parece ofrecer sin problemas espacio. Y al menos sorprende el uso extensivo de escaleras mecánicas después del resultado económicamente desastroso que dieron en el CCCB.
5.- Caóticos flujos internos.- Éste es un tema que, quizás por deformación profesional, me enerva especialmente. Ya tenemos un ejemplo en el edificio de la Filmoteca, en el que nadie calculó mínimamente los flujos que ocasionaba el hecho que debían llenarse y vaciarse continuamente dos salas subterráneas de exhibición. Aquí estábamos en la planta inferior (acceso calle Ávila) y compramos la entrada para el museo. Nos dijeron que lo mejor era subir hasta arriba del todo y luego ir bajando piso a piso. Me gustó, porque es lo que suelo hacer en todos lados, subiendo en ascensor por aquello del ahorro energético, para luego, aprovechando la energía acumulada, ir bajando por las escaleras planta a planta. Pero nos desaconsejaron el uso de los ascensores. De modo que debimos hacer los no sé si seis tramos de escaleras mecánicas (no todos con vistas que las aconsejasen) hasta la cúspide. La sala superior -muy interesante, dedicada a una muestra de portadas de libros y carteles de las diferentes décadas del siglo XX- ya me desconcertó un poco. La escalera de subida te deja en una puerta de acceso a media sala, y tienes que retroceder hasta la puerta que da acceso a la escalera mecánica de bajada para iniciar la visita si quieres empezar por un orden cronológico. Pensé en un error de diseño en el museo del diseño, y que debieran cambiar el sentido de las escaleras, para que todo se utilizara como correspondía, pero luego disculpé la cosa viendo que en el extremo de por dónde habíamos entrado había espacio -me dije- para ir creciendo las filas de exhibidores con la producción de las nuevas décadas por venir. Nos acostumbramos a entrar, pues, por la puerta de en medio de cada planta, e ir hacia la puerta de salida para iniciar su recorrido, para regresar de nuevo ahí una vez visto todo el contenido, e ir al piso inferior. Pero resulta que en una de esas salidas la escalera ya no va en el sentido del de las otras plantas, y debes volver a la puerta intermedia, una vez te habías acostumbrado. Protestamos sonoramente al chico que vigilaba la planta, preguntando por qué nos despistaban de esa manera, y él confesó que tampoco entendía esos diferentes recorridos.
6.- Materiales no experimentados.- El problema de hablar de algo que no se conoce bien es que puedes pifiarla de lo lindo, pero allá voy. En las fachadas laterales de la grapadora unas cintas que sale de las junturas de las piedras se agitan, sueltas, al viento, como si fueran cintas de las antiguas casettes de sonido. Me da la impresión de que pueden ser elementos de los materiales de construcción que se han secado, soltado y caído.
Bueno. Ya es más que suficiente. Perdón por el enorme rollo, que me he pasado.
A ver si alguien me contradice (con buenas formas) y me hace bajar humildemente la cabeza. Estaría contento, de verdad.

Entrada desde la calle Ávila.

Desde els encants nous se aprecia mejor la cara del perrito.

Escalera mecánicas entre las dos plantas inferiores del museo.

El huevo de las escaleras mecánicas de la zona de obra permanente.

La cafetería. Al fondo tiene también una terraza exterior, pero siempre aislada de la plaza.

Al fondo, la sala de exposiciones temporales.

Pasarela de acceso por la calle Ávila.

Desde fuera, la sala de exposiciones temporales.

Cafetería y, al fondo, la sala de exposiciones temporales.

Desde el primer piso, la entrada de la calle Ávila.

Terraza con vistas al 22@, sin acceso cuando estuve.

Planta superior. Foto hecha desde la puerta de entrada (casi acabados los exhibidores has de ir a la puerta de salida (al fondo, a la izquierda) para iniciar el recorrido de la exposición. Y luego volver ahí para salir, claro.

Hueco de las escleras mecánicas de la zona de exposiciones permanentes. Con recorridos no siempre homogéneos.

Desde una ventana de las escaleras visión de la plaza en obras. En la fachada lateral se ven un poco las cintas de que hablo. ¿Alguien sabe qué son?
 

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